MENTEFACTO
lunes, 28 de julio de 2014
lunes, 21 de julio de 2014
lunes, 14 de julio de 2014
martes, 8 de julio de 2014
lunes, 30 de junio de 2014
viernes, 6 de junio de 2014
EL HUMANISMO DE INSPIRACIÓN CRISTIANA
1. EL HUMANISMO DE INSPIRACIÓN CRISTIANA
El cristianismo no es un humanismo en cuanto que no es una ideología o un sistema de valores propios de una cultura determinada. Sin embargo existen humanismos cristianos que son una filosofía política que defiende una plena realización del hombre y de lo humano dentro de un marco de principios cristianos.
Puede ser útil no olvidar que la libertad radica en el fondo de cada corazón. En este sentido hasta un esclavo es libre: tendrá cadenas y sufrirá hambres o latigazos, pero puede amar u odiar, puede aceptar su destino o rebelarse, puede callar o puede gritar aunque lo golpeen hasta la muerte, puede ceder al miedo o puede romper alambradas y correr en busca de una libertad más plena y completa. A la vez, un hombre “libre” puede vivir como esclavo: esclavo en el sentido de que no es capaz de mover su voluntad para realizar nada que valga la pena, sino que vive encadenado a la droga, al alcohol, a la pereza o a unas sábanas que no le dejan levantarse por la mañana... También este ciudadano libre” tiene una capacidad de opción (a no ser que se encuentre en un estado hipnótico, sometido a la voluntad de otros), pero la guarda y la estropea... Hay cosas que se arruinan si no se usan, y una de esas cosas es la libertad...
Un discurso sobre la libertad queda incompleto si no tratamos también de la otra cara de la moneda: la responsabilidad. Cada vez que hacemos una opción, cada vez que escogemos, hemos de responder, hemos de dar cuentas de lo que hemos hecho, y nos sentimos“presionados” por otros o por una voz interior que nunca calla... Muchas veces serán personas de nuestro ambiente quienes nos pregunten: “¿por qué lo has hecho?” Cuando se ha producido un crimen uno de los principales elementos de intriga es precisamente descubrir el “intríngulis” que ha llevado a ese asesinato, la causa, el porqué. Pero otras veces es una voz interior, esa que llamamos“conciencia”, la que nos susurra al oído: “tienes que hacerlo” o “no lo hagas”; y luego, una vez que hemos actuado, nos dice “has actuado bien, ¡felicidades!” o “has sido un cobarde, un egoísta, un temerario: ¡no deberías haberlo hecho!” Hay momentos en los que la pregunta exterior nos duele y nos toca mucho más (como cuando procede, por ejemplo, de la esposa o del esposo, de un hijo o de los padres, de un amigo o de una autoridad judicial), y otros en los que no nos importa nada lo que se diga: nos alegra o nos hiere solamente la autorecriminación o la felicitación de la voz interior, que nos pide implacablemente una respuesta...
En el binomio libertad-responsabilidad entra en juego, por lo tanto, la conciencia. Y la conciencia puede tener muchos estados de desarrollo. Existe la conciencia inmadura, que se ha quedado con las pocas prohibiciones que nos hicieron cuando éramos pequeños, que sólo nos dice que no nos mordamos las uñas, que no peguemos al “hermanito”, que no manchemos el vestido de fiesta. Esa conciencia no ha crecido, quizá por culpa de otros, quizá, la mayoría de las veces, por culpa propia, pues son muchos los momentos en los que nace el deseo de preguntar, y a veces nos engañamos creyendo que sea mejor no hacerlo para poder seguir lo más fácil y placentero.
Un discurso sobre la libertad queda incompleto si no tratamos también de la otra cara de la moneda: la responsabilidad. Cada vez que hacemos una opción, cada vez que escogemos, hemos de responder, hemos de dar cuentas de lo que hemos hecho, y nos sentimos“presionados” por otros o por una voz interior que nunca calla... Muchas veces serán personas de nuestro ambiente quienes nos pregunten: “¿por qué lo has hecho?” Cuando se ha producido un crimen uno de los principales elementos de intriga es precisamente descubrir el “intríngulis” que ha llevado a ese asesinato, la causa, el porqué. Pero otras veces es una voz interior, esa que llamamos“conciencia”, la que nos susurra al oído: “tienes que hacerlo” o “no lo hagas”; y luego, una vez que hemos actuado, nos dice “has actuado bien, ¡felicidades!” o “has sido un cobarde, un egoísta, un temerario: ¡no deberías haberlo hecho!” Hay momentos en los que la pregunta exterior nos duele y nos toca mucho más (como cuando procede, por ejemplo, de la esposa o del esposo, de un hijo o de los padres, de un amigo o de una autoridad judicial), y otros en los que no nos importa nada lo que se diga: nos alegra o nos hiere solamente la autorecriminación o la felicitación de la voz interior, que nos pide implacablemente una respuesta...
En el binomio libertad-responsabilidad entra en juego, por lo tanto, la conciencia. Y la conciencia puede tener muchos estados de desarrollo. Existe la conciencia inmadura, que se ha quedado con las pocas prohibiciones que nos hicieron cuando éramos pequeños, que sólo nos dice que no nos mordamos las uñas, que no peguemos al “hermanito”, que no manchemos el vestido de fiesta. Esa conciencia no ha crecido, quizá por culpa de otros, quizá, la mayoría de las veces, por culpa propia, pues son muchos los momentos en los que nace el deseo de preguntar, y a veces nos engañamos creyendo que sea mejor no hacerlo para poder seguir lo más fácil y placentero.Un discurso sobre la libertad queda incompleto si no tratamos también de la otra cara de la moneda: la responsabilidad. Cada vez que hacemos una opción, cada vez que escogemos, hemos de responder, hemos de dar cuentas de lo que hemos hecho, y nos sentimos“presionados” por otros o por una voz interior que nunca calla... Muchas veces serán personas de nuestro ambiente quienes nos pregunten: “¿por qué lo has hecho?” Cuando se ha producido un crimen uno de los principales elementos de intriga es precisamente descubrir el “intríngulis” que ha llevado a ese asesinato, la causa, el porqué. Pero otras veces es una voz interior, esa que llamamos“conciencia”, la que nos susurra al oído: “tienes que hacerlo” o “no lo hagas”; y luego, una vez que hemos actuado, nos dice “has actuado bien, ¡felicidades!” o “has sido un cobarde, un egoísta, un temerario: ¡no deberías haberlo hecho!” Hay momentos en los que la pregunta exterior nos duele y nos toca mucho más (como cuando procede, por ejemplo, de la esposa o del esposo, de un hijo o de los padres, de un amigo o de una autoridad judicial), y otros en los que no nos importa nada lo que se diga: nos alegra o nos hiere solamente la autorecriminación o la felicitación de la voz interior, que nos pide implacablemente una respuesta...En el binomio libertad-responsabilidad entra en juego, por lo tanto, la conciencia. Y la conciencia puede tener muchos estados de desarrollo. Existe la conciencia inmadura, que se ha quedado con las pocas prohibiciones que nos hicieron cuando éramos pequeños, que sólo nos dice que no nos mordamos las uñas, que no peguemos al “hermanito”, que no manchemos el vestido de fiesta. Esa conciencia no ha crecido, quizá por culpa de otros, quizá, la mayoría de las veces, por culpa propia, pues son muchos los momentos en los que nace el deseo de preguntar, y a veces nos engañamos creyendo que sea mejor no hacerlo para poder seguir lo más fácil y placentero.
El cristianismo no es un humanismo en cuanto que no es una ideología o un sistema de valores propios de una cultura determinada. Sin embargo existen humanismos cristianos que son una filosofía política que defiende una plena realización del hombre y de lo humano dentro de un marco de principios cristianos.
1.1 DIGNIDAD DEL SER HUMANO
“La dignidad humana es aquella condición especial que reviste todo ser humano por el hecho de serlo, y lo caracteriza de forma permanente y fundamental desde su concepción hasta su muerte”.
Esta frase nos deja muy en claro que la dignidad humana es una condición inherente al ser humano, es decir, que no se puede renunciara esta; teniendo en cuenta esto, entramos a analizar el ¿qué es? Y ¿porqué existe? Dicha condición que resulta ser tan importante tanto para la sociedad como para el ordenamiento jurídico existente en nuestro país; pero del mismo modo, podemos darnos cuenta de que la razón por la cual existe la protección a esta condición es el simple hecho de que el ser humano exista y se mueva constantemente dentro de un grupo social que, de una u otra manera lo determina con el paso del tiempo como un ser humano a cabalidad, con todo lo que el es y con todo lo que el ser humano implica.
Por ello, decimos que la dignidad humana como condición de ser humano, es el hecho de acceder sin ningún costo o remuneración económica a los derechos y las obligaciones que poco a poco, se van generando con el paso del tiempo y de acuerdo a las condiciones sociales en las que normalmente se mueve por el hecho de estar o pertenecer a un grupo social; esto implica pues, un respeto mutuo de sus derechos como lo son a tener una vida digna, con un honor, con una buena reputación, sin ser de ninguna manera objeto de ultrajes o humillaciones.
1.2 EL SER HUMANO ES LIBRE Y RESPONSABLE
El hombre es libre. Esta sencilla afirmación, escrita sobre una hoja en blanco, puede suscitar un montón de reacciones. Desde las preguntas radicales “¿será verdad? ¿soy libre? ¿los demás son libres?” hasta esas preguntas más concretas “libre, ¿en qué, para qué, cómo, cuándo, dónde?” La libertad ha sido uno de los temas más discutidos en la historia del pensamiento, y, a la vez, una de las realidades más atacada y denigrada.
Puede ser útil no olvidar que la libertad radica en el fondo de cada corazón. En este sentido hasta un esclavo es libre: tendrá cadenas y sufrirá hambres o latigazos, pero puede amar u odiar, puede aceptar su destino o rebelarse, puede callar o puede gritar aunque lo golpeen hasta la muerte, puede ceder al miedo o puede romper alambradas y correr en busca de una libertad más plena y completa. A la vez, un hombre “libre” puede vivir como esclavo: esclavo en el sentido de que no es capaz de mover su voluntad para realizar nada que valga la pena, sino que vive encadenado a la droga, al alcohol, a la pereza o a unas sábanas que no le dejan levantarse por la mañana... También este ciudadano libre” tiene una capacidad de opción (a no ser que se encuentre en un estado hipnótico, sometido a la voluntad de otros), pero la guarda y la estropea... Hay cosas que se arruinan si no se usan, y una de esas cosas es la libertad...
Un discurso sobre la libertad queda incompleto si no tratamos también de la otra cara de la moneda: la responsabilidad. Cada vez que hacemos una opción, cada vez que escogemos, hemos de responder, hemos de dar cuentas de lo que hemos hecho, y nos sentimos“presionados” por otros o por una voz interior que nunca calla... Muchas veces serán personas de nuestro ambiente quienes nos pregunten: “¿por qué lo has hecho?” Cuando se ha producido un crimen uno de los principales elementos de intriga es precisamente descubrir el “intríngulis” que ha llevado a ese asesinato, la causa, el porqué. Pero otras veces es una voz interior, esa que llamamos“conciencia”, la que nos susurra al oído: “tienes que hacerlo” o “no lo hagas”; y luego, una vez que hemos actuado, nos dice “has actuado bien, ¡felicidades!” o “has sido un cobarde, un egoísta, un temerario: ¡no deberías haberlo hecho!” Hay momentos en los que la pregunta exterior nos duele y nos toca mucho más (como cuando procede, por ejemplo, de la esposa o del esposo, de un hijo o de los padres, de un amigo o de una autoridad judicial), y otros en los que no nos importa nada lo que se diga: nos alegra o nos hiere solamente la autorecriminación o la felicitación de la voz interior, que nos pide implacablemente una respuesta...
En el binomio libertad-responsabilidad entra en juego, por lo tanto, la conciencia. Y la conciencia puede tener muchos estados de desarrollo. Existe la conciencia inmadura, que se ha quedado con las pocas prohibiciones que nos hicieron cuando éramos pequeños, que sólo nos dice que no nos mordamos las uñas, que no peguemos al “hermanito”, que no manchemos el vestido de fiesta. Esa conciencia no ha crecido, quizá por culpa de otros, quizá, la mayoría de las veces, por culpa propia, pues son muchos los momentos en los que nace el deseo de preguntar, y a veces nos engañamos creyendo que sea mejor no hacerlo para poder seguir lo más fácil y placentero.
Un discurso sobre la libertad queda incompleto si no tratamos también de la otra cara de la moneda: la responsabilidad. Cada vez que hacemos una opción, cada vez que escogemos, hemos de responder, hemos de dar cuentas de lo que hemos hecho, y nos sentimos“presionados” por otros o por una voz interior que nunca calla... Muchas veces serán personas de nuestro ambiente quienes nos pregunten: “¿por qué lo has hecho?” Cuando se ha producido un crimen uno de los principales elementos de intriga es precisamente descubrir el “intríngulis” que ha llevado a ese asesinato, la causa, el porqué. Pero otras veces es una voz interior, esa que llamamos“conciencia”, la que nos susurra al oído: “tienes que hacerlo” o “no lo hagas”; y luego, una vez que hemos actuado, nos dice “has actuado bien, ¡felicidades!” o “has sido un cobarde, un egoísta, un temerario: ¡no deberías haberlo hecho!” Hay momentos en los que la pregunta exterior nos duele y nos toca mucho más (como cuando procede, por ejemplo, de la esposa o del esposo, de un hijo o de los padres, de un amigo o de una autoridad judicial), y otros en los que no nos importa nada lo que se diga: nos alegra o nos hiere solamente la autorecriminación o la felicitación de la voz interior, que nos pide implacablemente una respuesta...
En el binomio libertad-responsabilidad entra en juego, por lo tanto, la conciencia. Y la conciencia puede tener muchos estados de desarrollo. Existe la conciencia inmadura, que se ha quedado con las pocas prohibiciones que nos hicieron cuando éramos pequeños, que sólo nos dice que no nos mordamos las uñas, que no peguemos al “hermanito”, que no manchemos el vestido de fiesta. Esa conciencia no ha crecido, quizá por culpa de otros, quizá, la mayoría de las veces, por culpa propia, pues son muchos los momentos en los que nace el deseo de preguntar, y a veces nos engañamos creyendo que sea mejor no hacerlo para poder seguir lo más fácil y placentero.Un discurso sobre la libertad queda incompleto si no tratamos también de la otra cara de la moneda: la responsabilidad. Cada vez que hacemos una opción, cada vez que escogemos, hemos de responder, hemos de dar cuentas de lo que hemos hecho, y nos sentimos“presionados” por otros o por una voz interior que nunca calla... Muchas veces serán personas de nuestro ambiente quienes nos pregunten: “¿por qué lo has hecho?” Cuando se ha producido un crimen uno de los principales elementos de intriga es precisamente descubrir el “intríngulis” que ha llevado a ese asesinato, la causa, el porqué. Pero otras veces es una voz interior, esa que llamamos“conciencia”, la que nos susurra al oído: “tienes que hacerlo” o “no lo hagas”; y luego, una vez que hemos actuado, nos dice “has actuado bien, ¡felicidades!” o “has sido un cobarde, un egoísta, un temerario: ¡no deberías haberlo hecho!” Hay momentos en los que la pregunta exterior nos duele y nos toca mucho más (como cuando procede, por ejemplo, de la esposa o del esposo, de un hijo o de los padres, de un amigo o de una autoridad judicial), y otros en los que no nos importa nada lo que se diga: nos alegra o nos hiere solamente la autorecriminación o la felicitación de la voz interior, que nos pide implacablemente una respuesta...En el binomio libertad-responsabilidad entra en juego, por lo tanto, la conciencia. Y la conciencia puede tener muchos estados de desarrollo. Existe la conciencia inmadura, que se ha quedado con las pocas prohibiciones que nos hicieron cuando éramos pequeños, que sólo nos dice que no nos mordamos las uñas, que no peguemos al “hermanito”, que no manchemos el vestido de fiesta. Esa conciencia no ha crecido, quizá por culpa de otros, quizá, la mayoría de las veces, por culpa propia, pues son muchos los momentos en los que nace el deseo de preguntar, y a veces nos engañamos creyendo que sea mejor no hacerlo para poder seguir lo más fácil y placentero.
Ser libre es ser responsable. Y hemos de responder, ante todo, a nuestra conciencia. Es algo que nunca ha sido fácil. Pero es el camino que debemos seguir para ser felices, con esa felicidad interior que va mucho más allá del triunfo del momento o del aplauso público. Una felicidad que empieza en esta vida y que, según nos enseña la fe católica, continuará eternamente en la otra vida. ¿No vale la pena seguir a fondo la voz de la conciencia?
1.3 EL HUMANISMO CRISTIANO
El Humanismo Cristiano es una técnica social que defiende una plena realización del hombre y de lo humano dentro de un marco de principios cristianos. Entre sus principales exponentes se encuentra Jacques Maritain.
Efectivamente, la visión cultural —o filosofía política de inspiración cristiana— que Maritain desarrolló con extraordinaria precisión y profundidad en varias de sus obras, particularmente en Humanismo Fibral y en El Hombre y el Estado, que son el fundamento principal de lo que hoy llamamos 'Humanismo Cristiano', el que, a su vez, es una de las primarias del desarrollo mundial del estamento político demócrata cristiano, iniciado en América y en el Norte Latino en la primera mitad del siglo XX.
Cabe destacar aquí la importancia de dos conceptos fundamentales en dicha visión cultural: 'filosofía política' y 'humanismo fibral', porque sobre ellos descansa, en el orden filosófico, el Humanismo Cristiano contemporáneo. También podemos decir que es un movimiento intelectual que surge en siglo catorce en contra de escolástica .el Humanismo esta profundamente interesado en lo que podía ofrecer la belleza de este mundo las posibilidades de la existencia terrenal. Los Humanistas se preocuparon del fervor por el estudio del los clásicos, volviendo a las fuentes y los orígenes de la cultura y convenciéndose de que los escritos de los autores clásicos revelarían la autentica Humanidad. Los Humanistas gozaban de un gran prestigio en la sociedad ,los gobernantes y gente importante de la sociedad acudía a sus conferencias y lo mejor es que la juventud seguía sus clases de Latín y Griego ,el Humanismo tomo una gran fuerza en lo que es al educación basándose en toda la literatura Clásica que ellos llamaron con el nombre de letras Humanas o Humanidades ,de donde se derivaron palabras como Humanismo y Humanistas ,con esto se formo el fin educacional del Humanismo el cual era el desarrollo de la personalidad y la formación del hombre culto . Podemos decir que a través de la letras Clásicas el hombre debía elevarse a las más altas y nobles formas del espíritu siendo un individuo con inteligencia y confianza en su aptitudes y su poder creador.
1.4 GRANDES PENSADORES CRISTIANOS.
EPOCA MODERNA:
Juan pico de la miranda
Santo Tomas Moro
Erasmo de Rotterdam
Luis Vives
SIGLO XX SON:
Emmanuel Mounier
Jacques Maritain
Gabriel Marcel
BIOGRAFÍA:
http://renacimientodescubrimientodelhombre.wordpress.com/humanismo/
http://es.catholic.net/aprendeaorar/32/249/articulo.php?id=4222
viernes, 16 de mayo de 2014
LA MISA
ETIMOLOGÍA - MISA
La etimología de la misa proviene de el latín missa ( despido ), pues al terminar la ceremonia se decía “ Ite, missa est” propiamente significa “marchad la asamblea ha sido disuelta”. La Misa es el MEMORIAL del sacrificio de nuestro Señor, también la Misa es un BANQUETE, así como nuestro cuerpo necesita comer para vivir, nuestra alma necesita comer a Jesús para ser feliz y llegar al cielo.
Historia de la Santa Misa
El pueblo del A.T. se reunía cada año delante del Arca de la Alianza que contenía las tablas de la Ley, palabra permanente del Señor y el vaso del maná, comida de salvación para el pueblo (Ex. 25, 10.16 y Dt. 10, 1.5), pan ácimo que evocaba la huída de Egipto con el pan a medio hacer sin levadura. Se sacrificaba el cordero y su sangre lanzada al aire por los sacerdotes, borraba los pecados del pueblo.
Pero semanalmente, el sábado era el día establecido por Dios para que su pueblo le diera culto público y su total dedicación era una obligación grave.
El descanso sabático era de naturaleza estrictamente religiosa y por eso culminaba y manifestaba en la oblación de un sacrificio. Este día era para los judíos un signo de la Alianza Divina, por lo que lo celebraban con una fiesta que contenía la promesa de una realidad que aún no había tenido lugar.
Nuestro Salvador, en la última cena, instituyó el sacrificio eucarístico de su cuerpo y sangre, como memorial de su muerte y resurrección, ordenando a sus apóstoles celebrarla "hasta que vuelva" (1C 11,26) y constituyéndoles en sacerdotes del Nuevo Testamento, de forma que a través de la Santa Misa se le reciba a El mismo, como alimento.
El mandamiento de Jesús de repetir sus gestos y sus palabras, requiere la celebración litúrgica por los apóstoles y sus sucesores del memorial de Cristo, de su vida, de su muerte, de su resurrección y de su intercesión junto al Padre, o sea, no solamente acordarse de El y de lo que hizo.
Aunque los primeros cristianos se reunían diariamente en el templo y escuchaban los sermones de los Apóstoles, es más bien con la Resurrección de Cristo, ocurrida el primer día de la semana, cuando definitivamente el sábado da paso a la realidad que se anunciaba, la fiesta cristiana que se verificaba ese primer día, el Día del Señor –Doménica Dies–. Por eso nuestros antecesores en la fe cristiana tenían el Domingo sus reuniones litúrgicas para escuchar la Escritura, que consistía en lecturas del A.T. y así poco a poco, se iban juntando en casas particulares para oficiar la Santa Eucaristía (Liturgia) con el fin de comulgar los Santos Cuerpo y Sangre de Jesucristo. Mientras tanto, los cristianos helenistas –o sea, los que habían adoptado la cultura griega– se irán apartando de la sinagoga judía para reunirse en Asamblea, alrededor de las mesas en sus casas privadas, para compartir también el pan de vida de la Palabra y conmemorar la fracción inolvidable del pan, recordando aquel primer día, el de la Resurrección, cuando camino de Emaús, Jesús encuentra a dos de discípulos, Cleofás y otro que no sabemos su nombre (y que podía ser incluso su propia mujer, María) y accede a la invitación de ellos para permanecer aquella noche y compartir la comida, procediendo a bendecir el pan, partiéndolo en trozos y dándoselos, signo claro de la presencia del Maestro con ellos.
El encuentro en el camino de Emaús marcó, por así decirlo, el orden litúrgico a seguir en nuestra Iglesia (Lc 24, 13.35)
Sus palabras: "El que me ama guarda mi palabra" (Jn. 14,15) y aquellas de "Haced esto en memoria mía" de la Cena Pascual, aún resonaban vivas y fueron incorporadas prontamente a la Iglesia primitiva de los primeros siglos.
Y de este modo, la misma realidad transformada por Cristo, sella una nueva alianza con el Verbo o Palabra encarnada y su nuevo maná eucarístico que da vida eterna y en abundancia.
El Apóstol Santiago compuso la primera Liturgia cristiana, de la cual derivan las actuales de San Juan Crisóstomo y San Basilio El Grande.
Nunca este pueblo de Dios (o sea, nuestra Iglesia) debiera olvidar los eventos salvíficos realizados por Nuestro Señor Jesucristo, que dieron vida a nuestra liturgia, siendo nuestra Iglesia Católica una Iglesia de Memoria.
Por eso y a causa de nuestras debilidades, necesitamos repasar y recordar las Escrituras que –leídas desde la mesa del ambón– nos recrean los pasajes mesiánicos y de los profetas que hablan de El, como lo hacemos en las Lecturas Sagradas durante la Liturgia de la Palabra.
Luego tras reafirmar esa fe recitando el Credo, nos movemos de la mesa del ambón a la mesa del altar para la Liturgia de la Eucaristía y procedemos como en Emaús, a dar gracias y a la fracción del pan, donde ya lo reconocemos presente, para recibirlo luego como alimento en la Sagrada Comunión.
En cuanto a las lecturas, estas fueron incorporando las cartas o epístolas –que con tanta especial veneración conservaban los primeros cristianos– escritas por San Pablo a los Romanos, a los Corintios, a los Gálatas, a los Efesios, a los Filipenses, a los Colosenses, a las comunidades en Tesalónica, a Timoteo, a Filemón, la carta o disertación a los Hebreos, la carta de Santiago que termina como un sermón dirigido a todos los creyentes esparcidos en el mundo, las cartas de San Pedro a las diversas comunidades y las de San Juan. De igual modo, posteriormente fueron incorporando los Evangelios y el Libro del Apocalipsis. En los siglos IV y V, todos estos escritos fueron declarados por la Iglesia como inspirados por el Espíritu Santo e incluidos en el canon, formando los libros del A.T. –escritos en griego– los que componen hasta el día de hoy nuestra Biblia de 73 libros (46 del A.T. y 27 del N.T.)
De la misa actual solo conservamos en griego el Kyrie, que es el Señor, siendo el Papa San Dámaso quien cambió en el siglo IV los textos de la misa del griego al latín, ya que todas las lecturas eucarísticas eran leídas en griego.
Si pensamos hoy en el profundo sentido de la Santa Misa, están estos dos momentos de Jesús:
1. En la Liturgia de la Palabra se nos revela el sentido de nuestra vida e historia, a veces oculto por nuestra falta de fe y de convicciones sólidas y
2. La liturgia eucarística nos permite acercarnos a lo central del misterio (consagración) y en la comunión compartir el pan sacramental y unirnos a los hermanos.
PARTES DE LA MISA
RITOS INICIALES
Son ritos introductorios a la celebración y nos preparan para escuchar la palabra y celebrar la eucaristía.
Comprende:
Entrada - Señal de la cruz - Saludo - Acto penitencial - Gloria - Oración colecta.
Procesión de entrada
Llegamos al templo y nos disponemos para celebrar el misterio más grande de nuestra fe. Acompañamos la procesión de entrada cantando con alegría.
Saludo inicial
Después de besar el altar y hacer la señal de la cruz, el sacerdote saluda a la asamblea.
Acto penitencial
Pedimos humildemente perdón al Señor por todas nuestras faltas.
Gloria
Alabamos a Dios, reconociendo su santidad, al mismo tiempo que nuestra necesidad de Él.
Oración / Colecta
Es la oración que el sacerdote, en nombre de toda la asamblea, hace al Padre. En ella recoge todas las intenciones de la comunidad.
LITURGIA DE LA PALABRA
Escuchamos a Dios, que se nos da como alimento en su Palabra, y respondemos cantando, meditando y rezando.
comprende
Primera Lectura - Salmo Responsorial - Segunda Lectura - Aleluya - Evangelio - Homilía - Credo - Oración universal.
Primera lectura
En el Antiguo Testamento, Dios nos habla a través de la historia del pueblo de Israel y de sus profetas.
Salmo
Meditamos rezando o cantando un salmo.
Segunda lectura
En el Nuevo Testamento, Dios nos habla a través de los apóstoles.
Evangelio
El canto del Aleluya nos dispone a escuchar la proclamación del misterio de Cristo. Al finalizar aclamamos diciendo: "Gloria a ti, Señor Jesús".
Homilía
El celebrante nos explica la Palabra de Dios.
Credo
Después de escuchar la Palabra de Dios, confesamos nuestra fe.
Oración de los fieles
Rezamos unos por otros pidiendo por las necesidades de todos.
LITURGIA DE LA EUCARISTÍA
.Tiene tres partes: Rito de las ofrendas, Gran Plegaria Eucarística (es el núcleo de toda la celebración, es una plegaria de acción de gracias en la que actualizamos la muerte y resurrección de Jesús) y Rito de comunión.
Presentación de dones
Presentamos el pan y el vino que se transformarán en el cuerpo y la sangre de Cristo. Realizamos la colecta en favor de toda la Iglesia. Oramos sobre las ofrendas.
Prefacio
Es una oración de acción de gracias y alabanza a Dios, al tres veces santo.
Epíclesis
El celebrante extiende sus manos sobre el pan y el vino e invoca al Espíritu Santo, para que por su acción los transforme en el cuerpo y la sangre de Jesús.
Consagración
El sacerdote hace "memoria" de la última cena, pronunciando las mismas palabras de Jesús. El pan y el vino se transforman en el cuerpo y en la sangre de Jesús.
Aclamación
Aclamamos el misterio central de nuestra fe.
Intercesión
Ofrecemos este sacrificio de Jesús en comunión con toda la Iglesia. Pedimos por el Papa, por los obispos, por todos los difuntos y por todos nosotros.
Doxología
El sacerdote ofrece al Padre el cuerpo y la sangre de Jesús, por Cristo, con él y en él, en la unidad del Espíritu Santo. Todos respondemos: "Amén".
Padre nuestro
Preparándonos para comulgar, rezamos al Padre como Jesús nos enseñó.
Comunión
Llenos de alegría nos acercamos a recibir a Jesús, pan de vida. Antes de comulgar hacemos un acto de humildad y de fe.
Oración
Damos gracias a Jesús por haberlo recibido, y le pedimos que nos ayude a vivir en comunión.
RITOS DE DESPEDIDA
Son ritos que concluyen la celebración.
Bendición
Recibimos la bendición del sacerdote.
Despedida y envío
Alimentados con el pan de la Palabra y de la Eucaristía, volvemos a nuestras actividades, a vivir lo que celebramos, llevando a Jesús en nuestros corazones.
ESQUEMA
Suscribirse a:
Entradas (Atom)